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Prediabetes: cómo identificarla a tiempo y recuperar tu equilibrio metabólico

  • Foto del escritor: Dra. Antonia León Kattan
    Dra. Antonia León Kattan
  • hace 4 días
  • 7 Min. de lectura

En medicina solemos hablar de “factores de riesgo”, “alteraciones metabólicas” y “marcadores de laboratorio”. Pero detrás de esos términos hay algo muy concreto: trayectorias de salud que se pueden redirigir si se reconocen a tiempo.


La prediabetes es precisamente eso: una señal temprana de que el metabolismo de la glucosa está bajo presión. No es una condena inevitable a la diabetes tipo 2, pero tampoco es un hallazgo menor. Es una oportunidad clínica para intervenir cuando el cuerpo todavía conserva una buena capacidad de respuesta.


En este artículo te explico qué entendemos hoy por prediabetes, quiénes tienen mayor riesgo, cómo se diagnostica y qué estrategias, basadas en evidencia, pueden ayudarte a recuperar el equilibrio metabólico.

¿Qué es la prediabetes?


Desde el punto de vista fisiológico, la prediabetes refleja un desajuste entre la sensibilidad a la insulina y la capacidad del páncreas para compensar. Durante un tiempo, el organismo logra mantener la glucosa en rangos considerados “normales” a costa de producir más insulina. En algún momento, esa compensación empieza a fallar y la glucosa se eleva de manera sostenida.


En términos prácticos, hablamos de prediabetes cuando:


  • La glucosa en ayunas se sitúa entre 100 y 125 mg/dL.

  • La hemoglobina glicada glicosilada- (HbA1c) se ubica entre 5,7 % y 6,4 %.

  • En una prueba de tolerancia oral a la glucosa, las cifras a las 2 horas están entre 140 y 199 mg/dL.


Estos rangos definen un estado intermedio: aún no se cumplen los criterios de diabetes tipo 2, pero el metabolismo ya muestra señales de sobrecarga.


a mayoría de las personas con prediabetes no presenta síntomas evidentes. Por eso, si solo buscamos “cómo me siento”, muchas veces llegamos tarde. La clave está en entender el contexto de riesgo y usar los exámenes de laboratorio como una herramienta de monitoreo, no solo de diagnóstico.


Infografía comparativa del control de glucosa en prediabetes: a la izquierda curvas verdes de estabilidad glucémica y a la derecha curvas rojas desreguladas con mayor amplitud y variabilidad. En el centro, silueta humana indicando transición metabólica. Clínica Dra. Antonia León.
Variabilidad glucémica: estabilidad versus curvas desreguladas. La prediabetes se caracteriza por una mayor amplitud y frecuencia de picos de glucosa, reflejo de resistencia insulínica y sobrecarga metabólica.

¿Por qué importa diagnosticar la prediabetes a tiempo?


La prediabetes no solo representa una antesala hacia la diabetes tipo 2. Hoy sabemos que, incluso en ausencia de criterios diagnósticos de diabetes, este estado se asocia a un aumento significativo de riesgo cardiovascular, deterioro metabólico progresivo y complicaciones microvasculares tempranas.


Clínica Dra. Antonia León: infografía del impacto multisistémico de la prediabetes, mostrando relación entre desregulación glucémica y riesgo cardiovascular, deterioro cognitivo, retinopatía y sobrecarga metabólica.
Impacto multisistémico de la disglucemia temprana: incluso antes del diagnóstico de diabetes, la prediabetes incrementa el riesgo de enfermedad cardiovascular, deterioro cognitivo, disfunción microvascular y carga inflamatoria sostenida.

Diversos estudios muestran que entre un 5 % y un 10 % de las personas con prediabetes progresa a diabetes cada año, y que este riesgo se acumula con el tiempo cuando no se interviene de manera sostenida.


Sin embargo, la progresión a diabetes no es la única trayectoria relevante. El paciente que ya se encuentra en un estado de prediabetes presenta mayor riesgo de enfermedad cardiovascular (evento coronario, ACV), mayor prevalencia de inflamación sistémica, disfunción endotelial, retinopatía incipiente y cambios cognitivos vinculados a resistencia a la insulina, con evidencia emergente en relación al riesgo de enfermedad de Alzheimer de inicio tardío.


En otras palabras, la prediabetes no solo es un marcador metabólico: es una condición que habla de estrés glucémico, sobrecarga pancreática y desgaste fisiológico sostenido, con impacto directo sobre cerebro, retina, hígado, riñón y red vascular.


Comprender esto cambia el foco de la conversación clínica: no se trata únicamente de “evitar la diabetes”, sino de prevenir daño metabólico multisistémico cuando aún existe capacidad de reversibilidad.

¿Quiénes tienen mayor riesgo de desarrollar prediabetes?


No todas las personas tienen el mismo riesgo de hacer una alteración en la glucosa. Hay ciertos factores que, cuando se combinan, aumentan considerablemente la probabilidad de que aparezca una prediabetes:


  • Exceso de grasa abdominal (obesidad central o “tipo manzana”).

  • Sedentarismo o bajos niveles de actividad física.

  • Historia familiar de diabetes tipo 2.

  • Hipertensión arterial, dislipidemia (colesterol/triglicéridos alterados) u otras alteraciones metabólicas.

  • Diabetes gestacional previa o hijos de más de 4 kg al nacer.

  • Síndrome de ovario poliquístico u otras condiciones asociadas a resistencia a la insulina.


Desde la consulta, lo que observo es que estos factores no actúan de forma aislada, sino acumulativa. A mayor combinación de factores, mayor probabilidad de que los exámenes comiencen a desplazarse hacia rangos de prediabetes, incluso en personas relativamente jóvenes.


Comprender esta suma de riesgos ayuda a interpretar mejor los resultados y a ver la prediabetes no como “una mala noticia inesperada”, sino como una consecuencia que se puede leer, entender y abordar.

¿Cómo se diagnostica la prediabetes?


Para hablar de prediabetes no basta con “sospecharla”: es necesario confirmarla con exámenes de laboratorio estandarizados. Los más utilizados son:


Glucosa plasmática en ayunas

Se realiza tras 8–12 horas sin ingesta calórica.

  • Menos de 100 mg/dL: rango considerado normal.

  • 100–125 mg/dL: rango compatible con prediabetes.

  • ≥126 mg/dL en más de una medición: orienta a diabetes (siempre en contexto clínico).


Hemoglobina glicada (HbA1c)

Refleja el promedio de glucosa de los últimos 2–3 meses.

  • 5,7–6,4 %: rango de prediabetes.

  • ≥6,5 %: rango de diabetes, si se confirma con un segundo examen o con pruebas complementarias.


Prueba de tolerancia oral a la glucosa (PTGO)

Consiste en medir la glucosa en ayunas y a las 2 horas de ingerir una carga estándar de glucosa.

  • 140–199 mg/dL a las 2 horas: rango de prediabetes.

  • ≥200 mg/dL a las 2 horas: rango de diabetes.


Ninguno de estos exámenes, por sí solo, cuenta toda la historia. El contexto clínico, los medicamentos, la edad, el patrón de alimentación y otros diagnósticos asociados ayudan a interpretar mejor los resultados y a decidir qué tan intensa debe ser la intervención.

Cómo intervenir para que la prediabetes no progrese


Cuando explico la prediabetes en consulta, suelo insistir en una idea: no se corrige con una única medida. Lo que funciona es el conjunto de decisiones sostenidas en el tiempo, ajustadas a la realidad y al contexto de cada persona.

Para ordenar esa conversación, me gusta agrupar las intervenciones en cuatro ejes:

1. Alimentación: calidad, procesamiento y contexto metabólico


En otros artículos he explicado por qué hoy ya no basta con decir “come sano” o listar alimentos “buenos” y “malos”. Hablamos de calidad alimentaria cuando consideramos:


  • La matriz del alimento (si conserva su estructura original o ha sido muy fragmentado/refinado).

  • El grado de procesamiento (por ejemplo, usando la clasificación NOVA).

  • El contexto metabólico de la persona (diagnósticos, fármacos, síntomas digestivos, etapa vital).


Clínica Dra. Antonia León: infografía comparativa que muestra alimentos NOVA 1 y NOVA 4 y su efecto sobre curvas de glucosa estables versus desreguladas, utilizada para explicar los mecanismos metabólicos involucrados en la prediabetes
La calidad y el grado de procesamiento alimentario influyen directamente en la estabilidad de la glucosa. NOVA 1: bases que estabilizan. NOVA 4: mayor variabilidad glucémica y estrés metabólico.

En términos prácticos, para la prediabetes esto se traduce en:


  • Que la base diaria provenga de alimentos NOVA 1: frutas, verduras, legumbres, frutos secos, semillas, huevos, carnes y pescados frescos, granos enteros, tubérculos, agua, café o té sin azúcar.

  • Usar los ingredientes culinarios (aceites, sal, especias, azúcar) como herramientas para cocinar, no como protagonistas del plato.

  • Reducir de manera intencionada los ultraprocesados (NOVA 4): productos con listas largas de ingredientes, sabores “de laboratorio” y estructura completamente distinta al alimento original.


Cuando disminuye la carga de ultraprocesados, suele mejorar la saciedad, se estabilizan las curvas de glucosa postprandial y baja la necesidad de “picos” de insulina. Ese cambio, aunque parezca sutil, es clínicamente muy relevante en personas con prediabetes.

2. Movimiento: del “tengo que hacer ejercicio” a “mi músculo es un órgano metabólico activo”


El músculo es uno de los principales consumidores de glucosa del organismo. Cuando se contrae de manera regular, mejora la sensibilidad a la insulina y actúa como un verdadero órgano endocrino.

Para la mayoría de las personas con prediabetes, el objetivo no es convertirse en atleta, sino:


  • Romper con el sedentarismo prolongado (muchas horas seguidas sentado).

  • Acumular al menos 150 minutos semanales de actividad física moderada (caminar a paso rápido, bicicleta, natación, baile, etc.).

  • Incluir, cuando sea posible, algún tipo de entrenamiento de fuerza para preservar o ganar masa muscular.


En la práctica, los cambios más sostenibles suelen ser los que se integran al día a día: subir escaleras, bajarse una parada antes, caminar después de comer, organizar el entorno para moverse más y no solo para “hacer ejercicio” como evento aislado.

3. Peso corporal, distribución de la grasa y expectativas realistas


La evidencia muestra que una reducción de 5–7 % del peso corporal puede mejorar la sensibilidad a la insulina y la funcionalidad de las células beta pancreáticas. No se trata de alcanzar un número “ideal” en la balanza, sino de disminuir la carga metabólica sobre el organismo.


Es especialmente relevante la grasa que se acumula en la zona abdominal y en torno a los órganos (grasa visceral), porque se asocia a mayor inflamación y resistencia insulínica. A veces, cambios modestos de peso acompañados de una mejor distribución de la grasa y aumento de masa muscular son clínicamente más importantes que pérdidas de peso agresivas pero insostenibles.

4. Sueño, estrés y ritmos biológicos: el “entorno hormonal” también importa


El metabolismo de la glucosa no solo depende de lo que comemos y de cuánto nos movemos. El sueño insuficiente, los turnos extensos, el jet lag social y el estrés crónico alteran hormonas como el cortisol, la grelina y la leptina, que a su vez modulan el apetito, la saciedad y el modo en que el cuerpo maneja la glucosa.

Algunos ajustes que suelo trabajar con mis pacientes:


  • Proteger una ventana de 7–8 horas de sueño en la mayoría de las noches.

  • Evitar cenas muy copiosas justo antes de dormir, especialmente en contextos de prediabetes o resistencia a la insulina.

  • Incorporar prácticas de regulación del estrés que sean realistas para cada persona (pausas conscientes, respiración, actividad física, espacios de desconexión digital).


No son “detalles menores”: forman parte del tratamiento metabólico tanto como la alimentación y el movimiento.

Prediabetes: una ventana de oportunidad, no un destino


Cuando un examen informa “prediabetes”, la reacción habitual es preocupación o miedo. Desde la mirada clínica, sin embargo, prefiero verlo como un mensaje anticipado: el metabolismo está mostrando que necesita otra estrategia.


La evidencia es clara en tres puntos:

  1. La prediabetes no es una etapa obligatoria hacia la diabetes tipo 2.

  2. Cambios sostenidos en alimentación, movimiento, peso y sueño pueden estabilizar e incluso revertir muchos de estos parámetros.

  3. El momento más eficaz para intervenir es ahora, cuando todavía existe margen de respuesta fisiológica.


Mirar la prediabetes solo como “la antesala de una enfermedad” es perder de vista su potencial como punto de inflexión. Mirarla como oportunidad permite diseñar un plan que tenga sentido para tu biología, tu historia y tu contexto.


La meta no es la perfección, sino acercar poco a poco tu entorno diario —lo que comes, cómo te mueves, cómo duermes— a lo que tu metabolismo necesita para funcionar de manera más estable. Ese proceso, bien acompañado y basado en evidencia, puede cambiar por completo la trayectoria de tu salud a futuro.


Retrato profesional de la Dra. Antonia León, médico internista especialista en obesidad, diabetes y salud metabólica, en consulta clínica. Clínica Dra. Antonia León.

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